La guerra de las mariconas
Copi
El cuenco del plata
2010
COPI REAPROPIADO
Con La guerra de las mariconas, la editorial El cuenco de plata continúa con su labor de reapropiación de escritores argentinos adoptados por editoriales españolas, campaña que comenzaron con Manuel Puig. Luego de la primera edición en español de La ciudad de las ratas (El cuenco de plata, 2009), esta editorial se animó con la otra novela de Copi que faltaba en el catálogo de la española Anagrama.
COPI Y
Como bien dijo Daniel Link, el lenguaje que utiliza Copi, “el universo que evoca es inmediatamente inteligible por un público popular”, excusa más que válida para llevarlo al terreno de lo popular por antonomasia que es el teatro de revista. El año pasado ya hubo una aproximación tal con la puesta de Una visita inoportuna en el Konex, con Moria Casán a la cabeza del elenco. La guerra de las mariconas pone también en escena una serie de personajes semejantes a los que pueblan este tipo de teatro, comenzando por Conceiçao do Mundo y su entrada al relato: “Su madre la ayudó a sacarse una capa de plumas de pavo real que le llegaba hasta los tobillos (…) Conceiçao avanzó desnuda, en tacos aguja”. La escalera, ausente en el comienzo, aparece con el resto de las travestis amazónicas: “¡No eran ni treinta ni cincuenta, como habíamos creído, sino al menos un centenar! Bajaban de las escaleras vestidos como en el carnaval de Río (…) Conceiçao do Mundo no tenía nada que envidiar a Carmen Miranda”.
IMAGINARIO TRANS
Se puede pensar la estética de Copi como una estética trans, en palabras de Link: “en el sentido en que lo trans debe entenderse, como el pasaje de lo imaginario a lo real”. La guerra de las mariconas verifica esta estética: “¡Vinicio me ofreció este plato volador como regalo de compromiso! ¡Todos mis sueños de infancia consumados en un solo día!” (el subrayado es mío). Por otro lado, el relato está poblado de personajes trans, personajes que logran realizar el imaginario, en los que lo masculino y lo femenino se ponen en cuestión, dejan de importar: “El padre o la madre –no lo voy a saber nunca- sonreía con todos sus dientes amarillos camino a la puerta”. Los hombres dejan de ser hombres y las mujeres dejan de ser mujeres: “las enfermeras que me rodeaban eran solamente hombres” y lo que quedan son criaturas que comparten una doble naturaleza a la vez que no pertenecen a ninguna: “Tenía sexos de hombre enorme y senos bien moldeados y puntiagudos”.
SERIE
Es bien sabido que recuperar el argumento de una novela de Copi es una tarea ardua, por no decir imposible. Los avatares a los que somete a sus personajes son interminables y se suceden uno atrás del otro a un ritmo más que veloz. En la “Nota de traducción y edición” se hace una mención al respecto: “Ambas narraciones [La ciudad de las ratas y La guerra de las mariconas] gozan de la cadencia característica de la publicación en serie y van encontrando su estructura a través de saltos que redefinen los términos del relato”. Esta imposibilidad de recuperar el orden de lo ocurrido es también percibida por Copi (el personaje) en la novela: “Hice el esfuerzo de contar en orden cronológico, y lo más rápido posible, todo aquello de lo que había sido testigo desde mi despertar en
COPI HORROR PICTURE SHOW
Se llega a un punto en la lectura de La guerra de las mariconas en el que se hace difícil no pensar en la película The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975). Conceiçao do Mundo es una especie de Rocky, criatura manejada por su padre/madre para seducir a los humanos (Copi en este caso) y apoderarse del mundo. Al igual que en la película, en la novela todo termina en explosiones y en una nave espacial despegando de la tierra, en la que se revelan los verdaderos planes maestros. Siendo The Rocky Horror Picture Show una máquina de parodiar (el cine de ciencia ficción y de terror), la obra de Copi se puede pensar también como una gran parodia del orden y, por sobre todas las cosas, de los sistemas clasificatorios.
¿COMO Y PARA QUE CLASIFICARSE?
La guerra de las mariconas, como lo indica el título, narra los avatares de una guerra, la que se genera entre los homosexuales y las travestis brasileñas-amazónicas. Establecidos los dos bandos, lo que resta es ver quién está alineado con quién, al fin y al cabo: ¿de qué lado estás? Un asunto en apariencia tan sencillo es convertido en un problema en la novela de Copi, puesto que alinearse con un bando es acatar a una clasificación, y lo que hace Copi (tanto el personaje como el autor) es llevar a la ruina el sistema clasificatorio. Si ya desde el comienzo hacen aparición esos trans-personajes, resistentes a “lo femenino” y a “lo masculino”, con el correr de la novela esta elección es resistida por el protagonista en cuanto al bando al que se alineará.
En un principio, La guerra de las mariconas funciona como un sistema clasificatorio. Los putos son bien putos: “¡usted es un verdadero maricón, lo juro!”, “Era una verdadera loca”; las hermafroditas son bien hermafroditas: “¡era un verdadero hermafrodita! Entre los huevos y el ano, tenía un sexo de mujer que no habría sospechado”; las mujeres son bien mujeres: “¡es un verdadero pedazo de hembra!” y los hombres son hombres de verdad: “Era un hombre, un verdadero hombre, que me sonreía bajo un bigote negro muy poblado” (los subrayados son míos).
Pero a la hora del enfrentamiento, putos/maricones vs. travestis/hermafroditas, Copi resiste a clasificarse: “últimamente tengo fobia a cualquier tipo de agrupación” y adopta una posición neutra, desbaratando de este modo el paradigma según Barthes. Es que la historia narrada en La guerra de las mariconas es, como en El baile de las locas, entre otras novelas de Copi, una historia de amor desenfrenado: “¡Si esto es una guerra de gangs –les dije-, voy a saber cómo proteger a Conceiçao tanto de los putos militantes franceses como de la banda de sádicos brasileños!”. Como Romeo, Copi da la espalda a su “familia” y se juega por su media naranja: “¡Me cago en la política, haga saltar París si le viene en gana, yo quiero a Conceiçao do Mundo!”.