Tener lo que se tiene
Poesía reunida
Diana Bellessi
Adriana Hidalgo
2009
Lo que se tiene
Intentar encontrar un hilo conductor en la obra reunida de Diana Bellessi puede volverse una tarea abismal. Quizá sólo sea necesario destacar ciertos rasgos que se despliegan en la misma, ya que, tal como indica Monteleone en el estudio preliminar “cada libro indaga aspectos que el anterior no había agotado”. Sin embargo, a1 aproximarnos a su poética, observamos como la errancia puede ser pensada como uno de los tópicos más importantes. Es necesario aclarar que no se trata del exilio, ni de una ida que tiene un retorno, sino que se trata de habitar la otredad. Leemos esta declaración del yo poético en el libro Sur “Ay de mí, si no hay el sí, sin el otro”. Paradójicamente, es en lo desconocido, en lo otro, donde el yo lírico va a encontrar su casa y su modo de expresarse. Así es como la poesía de Diana Bellessi comienza en esa experiencia del deslinde.
En Buena travesía, buena ventura pequeña Uli, (que fue el primero en escribirse aunque no fue el primero en su publicación) vemos la decisión de partir para habitar en el desplazamiento. Leemos: “…estaba pasando por el sitio desde el cual es posible mirar muerte y nacimiento.” La extranjería del yo lírico no es vivida como un desarraigo sino como una elección que permite ubicarse en el punto donde mora lo otro: “Una va dibujándolo garabato clandestino sobre su nuca tan unida ya al destino de las mujeres y los hombres de
Siguiendo a Michel de Certeau en La invención de lo cotidiano, vemos que los recorridos topográficos producen un espacio de significación a partir de la ausencia y de una actividad de evocación. Así es como un lugar existe en virtud de la capacidad del sujeto de “hablar” de él ya que “hablar de un espacio que es ausencia es hacerlo presente en el acto del habla.” Este espacio que evoca la poesía de Diana Bellessi no es necesariamente un espacio geográfico determinado sino ese lugar otro. Nos enfrentamos a un tipo de itinerario compuesto solamente por un punto de partida ya que el viaje no tiene una duración o un límite determinado sino solamente la decisión de irse: “Crear la decisión era crear la libertad”.
En Crucero Ecuatorial, los poemas se vuelven más descriptivos; se trata de relatar un viaje por Latinoamérica mediante la elección de un tiempo en pasado para narrarlo. Quizá la clave para entender este libro sean los versos del primer poema que lo abre. “Algo de aquel fuego quema todavía” que cierra con los versos “Y mi corazón, desbocado, de deseo” El deseo funciona como motor pulsional de la escritura, cada recuerdo está mediado por ese deseo del yo lírico y esa intensidad que dio comienzo al viaje.
Además, en muchos momentos de la poesía de Bellessi, el deseo es el deseo por otra mujer. En ese momento histórico, fue una de las pocas poetas en enunciar abiertamente una sexualidad lesbiana: “Si supieran aquellos versos de Safo, / los dirían” (Tributo del mudo). Así, Bellessi construye una voz de enunciación femenina que se hace cargo de su sexualidad. Como ella misma lo indica en el ensayo de 1996 “La construcción de la autora: una poeta lesbiana”; “Espejo – lo escrito – donde quizás muchas lesbianas, a la par de otros seres humanos de diferente filiación, puedan, por un instante de sus vidas, reflejarse.” (Lo propio y lo ajeno.) Si bien la sexualidad aparece desde el inicio, es en Eroica donde se hace explícita:
Cuando digo la palabra
nuca
¿te chupo suavemente
hasta hundir
el diente aquí?
¿Estoy tocándote acaso?
Cuando digo pezón
¿la mano roza
las dilatadas rosas de los pechos tuyos?
Bellessi se hace cargo no sólo de la elección de un destinatario del poema de su mismo sexo, (“Amar a una mujer, dijiste,”) sino que también hace explícito el cuerpo donde la sexualidad y el erotismo aparecen. La voz pierde el miedo a nombrar, ya que lo nombrado se hace cargo de lo que dice:
Es la mano nombrada
no el nombre
quien desea aprisionar tus nalgas
En este libro la ruptura no sólo se da por la elección temática sino por una disposición espacial que nos muestra un juego con el blanco, con versos de oraciones unimembres y un corte de versos más radical que en los libros anteriores, dando un ritmo entrecortado a los poemas, que hasta podría sugerir el de una relación sexual.
En los poemas aparecen reiteradas negaciones de la posibilidad de completud de una relación:
- No hay, dijo.
- ¿Ni siquiera en el fragmento?
- No.
- ¿En el polvo leve del instante?
- No hay completud.
Sin embargo, Bellessi le da una vuelta de tuerca al planteo ya que luego de decir “- ¿Nunca? / - No” afirma “Todo es posible / en el instante.”
El instante es quizá ese lugar donde el tiempo es vivido de otra manera (“¿Su futuro era ahora?” se pregunta Uli en Buena travesía, buena ventura pequeña Uli.) Si el instante es una porción brevísima de tiempo, podría entenderse que La rebelión del instante (título de su libro publicado en el 2005) implica la noción de duración y que el modo en que es percibido ese tiempo escapa del tiempo cronológico:
Reclamo duración para
la conciencia y el instante
para fundirme en la eternidad
(El jardín)
Quizá por eso Tener lo que se tiene, el título de su último libro y de
Abandono el sitio
inmortal
Una mujer madura
que ya
no será
sino
lo que es
No se trata solamente de la percepción de la experiencia que conlleva sabiduría sino que el yo lírico tiene plena conciencia de que se está tomando un camino donde otras cosas se dejan atrás:
Mi juventud perece con los sueños
que abrigamos los que fuimos
jóvenes ayer.
(El jardín)
En el mismo libro, más adelante, leemos: “Me sujeto a este / orden y acepto / lo que mi alma teme”. Podemos pensar que el sujetarse a este orden implica también enmarcar una poética propia en una tensión entre dos linajes. La voz se articula en una tensión entre un linaje letrado y un linaje campesino, donde como síntesis disyuntiva aparecen tanto las voces de los dominados como las voces letradas incorporadas al discurso poético. El cuidado del ritmo al incorporar estas voces hace que no generen la extrañeza de ser un discurso otro, sino que se fagocitan como en el final del texto de “Ulrico” presente en Danzante de doble máscara “
Peones y campesinos
fueron mi ascendencia.
Palabras italianas, guaraníes,
quechuas
se mezclaron desde niña
en mi alfabeto.
Diana Bellessi señalaba, en un texto perteneciente a Lo propio y lo ajeno: “La migración central que marca mi vida fue desplazarme de una clase humilde campesina a la ciudad letrada.” Esta tensión entra la naturaleza y la cultura, que podría encontrar su lugar de significación en el término “aldea”, se reitera en la sección “Leyenda”, del mismo libro. La poeta se pregunta “¿Cuál es la contradicción?” y este interrogante aparece dos veces, pero el hablante convierte esa contradicción en discurso poético:
Belleza de la diferencia. Sólo un sistema
binario podría condenar de hereje
esta contradicción.
…la sabiduría
parece, radica en aquella contradicción.
La precisión por el detalle
Podríamos pensar que los versos del poema perteneciente a la serie Leyenda
Caer en la tentación de homologar
como belleza el reino de la necesidad
copiar un árbol, o los lirios silvestres
traen a colación el problema de la representación en su poesía. La escritura es una escritura del detalle “Desmalezo un canterito y planto”, se vuelve una labor artesanal y toda la atención necesaria está puesta sobre ella. Así es como estos primeros versos pueden ser pensados como un ars poética, y nos recuerdan lo que en las Cartas a Theo Van Gogh le pedía a su hermano: “encuentra bello todo lo que puedas, la mayoría no encuentra nada suficientemente bello.”
En la descripción del paisaje, el procedimiento de construcción de los poemas queda invisiblizado y sumergido en una visión extasiada: “Quedarse todo el día con la cabeza fuera de la ventana viendo reventar las flores de cerezo es un buen oficio Uli”, (Buena travesía, buena ventura pequeña Uli.)
En el poema “Percepción”, del libro Destino y propagaciones, (libro que fue publicado en 1970 en Ecuador pero que no se incluye en la antología), leemos:
Debajo estoy yo
los cúmulos de energía que percibo
y la presencia ineluctable de los que no percibo.
Hay una dimensión un poco mística de la percepción de un paisaje, que entra en consonancia con lo que planteaba Juan L. Ortiz: “No veo en el paisaje… solamente paisaje. Veo, o lo trato dever, o lo siento así, todas las dimensiones de lo que trasciende o de lo que diríamos así, lo abisma.”
Su escritura está en permanente tensión entre una mirada fascinada con el viaje y a la vez marcada por un fuerte sentimiento de pertenencia. Estos versos quizá resuman esa paradoja: “…díada / perfecta, extranjeridad / abolida y extraordinaria / pertenencia.” En estos versos de El jardín:
Dispuesta a esperar los años venideros
la paciencia del jardín, el lábil ciruelo,
no de encaje en prístina blancura. Rojo y los penachos
rosados de sus flores. Su porvenir: El que le ha tocado
aparece la elección de un lugar donde pararse y observar lo vivido ya que “lo que se ha mirado bien quizás / se alza para siempre en la mirada.” La memoria, entonces, se sedimenta en la mirada, deslindando la distancia entre el tiempo de la escritura y el tiempo del enunciado. No se ve nostalgia del pasado en la poesía de Bellessi: “Mirar hacia atrás dicen / puede volverme un pequeño / tumulto de sal.” La nostalgia aparece explorada desde otra dimensión; aceptando las evidencias de un pasado que se vuelve un residuo de la memoria:
Descubrir lo que se ha tenido
profundo en el corazón nos mece
en trama de sueño donde
inocente el asombro acuna.
Sin embargo, para reconstruir el recuerdo, es necesario cierta vejez temprana, correrse un poco del camino recorrido para mirarlo desde afuera: “Apoyado el pie un poco afuera del sendero que recorrimos”.
El hablante lírico evoca un lugar donde es posible echar raíces a pesar de ser errante. Ese lugar no necesariamente tiene que ver con un espacio geográfico determinado sino con la fundación de un mito personal. Como señalan los versos de la serie “Leyenda”, en el mismo libro: “No era necesario partir tan lejos / a fundar Leyenda.” Quizá por eso puedan observarse en su escritura ciertos aspectos que le dan continuidad a la temática de la errancia como ser la construcción de una erótica femenina que marca una ruptura con el orden social convencional y la tensión entre dos linajes donde no se elige por ninguno, sino que se escribe a través de esa contradicción. De esta forma, queda configurado un sujeto poético nómade. Esta errancia no sólo se ve en sus continuos desplazamientos sino que aparece por sobre todo en el lugar de enunciación elegido.
Nurit Kasztelan