22/4/09

La enología del relato




Malbec
Ricardo Luis Santoni
Simurg
2007




Como un buen mate (amargo), o quizás una empanada de carne (cortada a cuchillo o picada, con o sin papa), así también se degusta este vino. Es decir, este libro. Desde la elección del título que representa al conjunto de cuentos que lo componen (y que, por otro lado, es el título de uno de esos relatos), pasando por vastas composiciones poéticas, y con un estilo narrativo fuerte y omnipresente, el libro en cuestión nos remite a un campo semántico (o quizás a un proceso mental) determinado: las reminiscencias. Dicho proceso (tal vez debamos decir “mental pero elementalmente “sensorial”) se vislumbra en una infinitud de fragmentos de los distintos cuentos, y al mismo tiempo se manifiesta en la relación que los distintos relatos forjan entre sí (relación que no está dada por una unidad temática que englobe a los cuentos, sino más bien por una identidad estilística común). Más allá de aquellas asociaciones que la narrativa de Santoni nos deja entrever a un nivel endofórico, también se torna claramente visible la relación de su poética con elementos que hacen a lo cotidiano, sin dejar de mantener –al mismo tiempo– un cierto grado de abstracción (llevado a cabo en la mayoría de los cuentos por los estados de reflexión que siempre presenta el narrador protagonista en primera persona, o por la compenetrada distancia del narrador en tercera de otros relatos). Por otro lado, el lenguaje de la enología nos propone una evocación constante, nos transporta hacia un mundo plagado de licencias sintácticas y poéticas. Es por ello que tanto el título de la obra como los recursos narrativos utilizados, y otros elementos que se observan en la escritura de Santoni, nos obligan casi a pararnos desde aquél mundo y pensar desde allí su obra.

Sin embargo, antes de inmiscuirnos en la obra misma –y siguiendo el guiño de las reminiscencias– debemos tener en cuenta algunas características muy generales que componen la esencia de un vino varietal de uva Malbec. En principio, veamos la fuente de materia prima: la planta. Por un lado, las hojas son un tanto rugosas y débiles. La particularidad más notoria de las hojas es su coloración, que en otoño se torna de un color rojo suave. Por otro lado, el racimo tiende a un tamaño grande, y los frutos esféricos se delimitan con claridad. Asimismo, una vez que se tiene el producto elaborado, podemos percibir un vino de color rojo muy intenso y oscuro, de un aroma que combina el perfume de la guinda, la vainilla, el café y el chocolate, y de un sabor que en la boca se torna suave, cálido y dulce. Por último, es necesario que hagamos hincapié en un punto considerablemente menor entre las características nombradas: la evolución del vino. En el caso del Malbec, el añejado del vino supone una verdadera mejora en la calidad del mismo. Esto último será importante al analizar los movimientos narrativos que se dan al interior de cada uno de los relatos, y de todos en general.

Hay dos escalones narrativos que nos permiten detectar las reminiscencias en la escritura de Santoni. El primero, el endofórico, es aquél que se observa en el interior del relato. Los relatos poseen un tono narrativo que los identifica bajo un mismo estilo, que pareciera mezclar la impronta de la escritura actual con la cotidianeidad y el lenguaje argentino más visceral. Asimismo, la fijación por las cosas pequeñas y comunes, los gestos ínfimos, las inocentes obsesiones, son piezas recurrentes y fundamentales en el mecanismo que va construyendo el libro. Un mecanismo, claro, sinceramente alejado de la mentalidad fordista, pero igualmente efectivo. Cada uno de los cuentos narra una historia que comienza y concluye: las etapas de la soledad que suceden a la separación de una pareja, en “Adriana en el séptimo piso”; la podredumbre que generan las concepciones idealistas tradicionales (la maternidad, la familia tipo, la pareja estable, feliz y eternamente fiel) bajo el efecto de la actualidad, en “Nodriza”; “Tu goy” despliega una catarata de palabras cargadas de emotividad, en un estilo que recuerda por momentos la indudable desfachatez del poeta estadounidense Charles Bukowski, tejiendo un entramado que también hace eco en las tradiciones contrastadas con la actualidad (en este caso, aquellas que contempla la religión judía). Los dos cuentos siguientes (“Pajita”, “Lo que dice la madre de Paula”) se unen a partir del desarrollo de la estructura narrativa. Esto es, en ambos se da un recorrido que comienza en un punto, realiza un movimiento casi semicircular, y vuelve a ese punto. Ambos incluyen una reacción frente a un problema, representada por la parte álgida del semicírculo, y luego un regreso al estado anterior al problema. Por otro lado, tanto “Malbec” como “Lo que dice…”, se caracterizan por una fuerte centralización en el enfrentamiento, la lucha constante pero fútil de las personas con las palabras. Finalmente, “Resaca en domingo” narra la relación de una pareja que nunca fue, y tampoco será. Tanto este último relato como aquél que encabezara el libro, comparten parcialmente la temática, pero fundamentalmente la estructura (en relación a la composición de los personajes, los vínculos entre los mismos, el comienzo y el desenlace de ambos relatos).

Más allá de lo dicho, en cada uno de los cuentos en particular observamos un giro narrativo que aparece una y otra vez, y que nos remite a un apéndice (quizás un riñón sea más adecuado) por el cual se filtran aquellas reminiscencias de las que hablábamos antes: las comparaciones. Comparaciones metódicas, elocuentes, al mismo tiempo impredecibles y también –en algunos casos– fugaces. En el cuento “Adriana en el séptimo piso” la periodicidad de dicho recurso es pasmosa. De los numerosos ejemplos, tomaremos algunos para tener en cuenta:

“Y este apelativo, que ahora desconozco, como si fuera la marca de un producto que ya no se elabora, era lo que hacía diferente nuestra relación de otras relaciones.”

“Pero Adriana ha dejado su testamento que no tiene ni su voz, ni su mirada, sino este blanco y mudo aliado, que es un sentimiento de soledad inédito para mí, un sentimiento que se resiste a ser vivido; es el título de un libro vacío, cuya promesa de placer se esfuma al tocar la primera página.”

“... el tiempo no transcurría, sino que me esperaba, como un vecino que me viese venir desde una esquina y preparase despacio un saludo, demorando el recorrido de un brazo hasta llegar a la altura de la cabeza.”

Pero también se observa la presencia de este recurso en otros cuentos, como “Resaca en domingo”. Veamos:

“La resaca es como esos temperamentos tardíamente descubiertos y de los que uno no podrá desprenderse nunca.”

Hemos nombrado, también, anteriormente ciertas características que se destacan en la degustación de un vino Malbec. Sin ser de carácter meramente anecdótico, esta enumeración de cualidades nos permite establecer una relación todavía más directa entre los juegos a los que nos lleva el autor del libro. La constante presencia de los colores rojos, intensos y oscuros, que a su vez comparten sabores suaves y cálidos con aromas realmente agradables, es una gran descripción de la poética de Santoni. Por un lado, la intensidad de los recuerdos, lo visceral (como hemos dicho) y lo oscuro de las relaciones humanas. Por el otro, la calidez de lo cotidiano, la vida de todos los días reflejada en los párrafos. Finalmente, la preocupación por el añejamiento de las cosas. Como dijimos, el Malbec es un vino al que le sienta perfectamente el paso del tiempo. Lo mejora, podríamos decir. Con los personajes protagonistas de todos los cuentos sucede algo parecido. Cada uno de ellos se encuentra, al comenzar el relato, en un estado determinado (que varía entre la desolación, el deseo de conocer o realizar algo, y la desesperanza). Dicho estado irá variando con el pasar de las páginas, y se modificará (en mayor o menor medida) hacia el final de cada relato. Esta evolución será, en cada caso, un progreso. Aunque mínima o imperceptiblemente en algunos casos, y muy notoriamente en otros, los personajes harán un pasaje de uno a otro estado. Ese será, en definitiva, el movimiento que acompañará todos los cuentos incluidos en el libro.

Por último, dijimos al comienzo que la operación implicada en las reminiscencias no sólo se manifestaba en un nivel intratextual, sino que nos permitía elevarnos a un segundo escalón de lectura. Esta segunda mirada tendrá que ver con el carácter exofórico en la escritura de Santoni, teniendo en cuenta elementos que no corresponden de manera estrecha a la composición formal de la estructura narrativa, ni tampoco a la composición temática o semántica de los cuentos, aunque sí tienen un efecto notable en ambas. Nos referimos, claro está, a los elementos de lo cotidiano. La impronta rioplatense, muy marcada en el estilo del escritor, nos remite a una visión de la sociedad llena de naufragios y bancarrotas. Una visión crítica y real, plasmada en cada uno de los relatos. Claro que –sin dejar que la tentación nos traicione– podríamos alegar que aquí también se observa la oscuridad, la intensidad de la propuesta varietal. Un Malbec (contradicción vetusta, pues resulta ser uno de los mejores vinos del país) abre otro Malbec, sacacorchos de por medio. Y para cerrar, por supuesto, ¡un brindis!... pero de zozobra dominguera.


Guido Tanoni