5/10/10

La vueltita ridícula



La vueltita ridícula
Dani Umpi
Vestales
2010







En la novela Aún soltera, Eloísa escucha a Rafaela Carrá y se pregunta por qué pasan los años y sigue sola, por qué no puede querer a alguien. Cinco años después, Dani Umpi, nos revela que ya tenía las “Razones” (así es el nombre del primer poema del libro) y nos cuenta su dificultad para estar con alguien. Su perro, el que tenía en el fondo de la casa, parece que tuvo algo que ver con su soltería. En su nuevo libro, nos encontramos con una edición prolija, de tapa rosa, y con treinta y dos poemas, de los cuales cinco pertenecen a su primera plaqueta de poesía titulada Cuestión de tamaño (Editorial Belleza & Felicidad). DU nos cuenta historias de corte transversal sin genealogía, que como él mismo dice, en su mayoría, sacó de situaciones que escuchó por casualidad. Con escritura llana nos muestra el lado racional del “chico-chica” que se prepara para ir a bailar, y que oculta sus razones con las emociones que experimenta al llegar a la pista de baile.

Al libro lo recorren ciertos excesos, sin intención de pretender lograr un loop. Algunos poemas son como la chica de una publicidad de crema de enjuague, mostrando muchos pelos, muchas palabras y algunos brillos. Es poco el ruido que hacen esos excesos, pero se pueden localizar como la intersección de dos avenidas. Su prosa, en términos generales, es racional, lo cual la hace clara, atractiva, y por momentos aburrida, quizás por ser tan racional. Hay poemas que dejan de serlo para transformarse en microrelatos. Al glamour lo encontramos por la negativa: “sobras de ayer, sushi viejo que había traído andreita”, quizás uno de los mejores momentos del libro, cuando aparece la sencillez y queda de lado la muestra de inteligencia.

No hay secretos en el libro, ni nada que permita dar una vuelta más de tuerca a la “vueltita ridícula”. Con una vuelta alcanza. No hay intertextos, ni una segunda lectura que produzca un sentido nuevo. Y es que con DU no hay términos medios, o gusta mucho o no gusta nada. La libertad con la que están escritos los textos es un factor importante para resaltar. Aunque algunos resultan poco espontáneos, cero catárticos, como si tanto trabajo les hiciera perder la fuerza, la frescura con la que fueron gestados.

Las situaciones intrascendentes y sin color se transforman en postales pop: DU como un admirador de Andy Warhol en el terreno de la poesía. Y no es más que eso. Pero cuando logra trascender las influencias y aspiraciones, se rescata algo intenso. Y es ahí donde aparece el resplandor. Otro mérito es que logra hacerlo sin adjetivos. Quizás por eso el autor nos lleva de visita por un puñado de imágenes efectivas que producen encuentros inesperados: “una botella en el aire”, “y de mañana recoge mejillones”, “un calzoncillo en el suelo” “el chico de al lado me pide un alargue”, “yo y yo”.

En ese punto se podría hacer un paralelismo con Raymond Carver, el de “Cascadas”, en el sentido de que ambos autores comparten la narrativa en la poesía despojada de adjetivos. Sin embargo, DU escribe con la mirada de un púber que juega a ser una chica desafortunada en el amor, mientras que Carver no. Un poema del libro se llama “Como de quince años” y dice: “me di cuenta de que era la edad que vivía en mí paralelamente”.

Cuando aparecen las plumas y los poemas cacarean, la colección de textos levanta vuelo. En esos momentos DU divierte. Pero, ¿cuáles son las recurrencias que insiste en estos poemas recopilados a través de los años? ¿Las relaciones humanas y sus fracasos, los encuentros y desencuentros adolescentes? El tono y la perspectiva inmadura desde donde aborda las situaciones es la “Adolescencia tardía” (tal como se titula otro de sus poemas), como para que no nos queden dudas. Como Eloísa esperamos algo que promete venir pero no llega. Quizás tengamos que resignarnos que somos lo que somos y esto es lo que hay.

Facundo R. Soto