7/10/09

La mujer maravilla: notas sobre Continuadísimo de Naty Menstrual




Continuadísimo
Naty Menstrual
Eterna Cadencia
2008.





EN CONTINUADO


Si la lógica del cine porno es la de una película atrás de la otra (un polvo atrás del otro), Continuadísimo sigue esa misma lógica en el nivel del relato. Naty Menstrual hace uso de un anecdotario infinito que nunca acaba de producir historias. “Y la verdad que anédotas, muchas… pero no ando con mucho tiempo… “. Los personajes van mutando sin ningún tipo de rigor evolutivo, algunas veces son más deformes, otras incluso monstruosidades; a veces es un yo, a veces es otro/a.



MONSTRUOS


Algunas travestis son monstruos. Semejantes a criaturas de la estirpe de Frankenstein, estas travestis son percibidas como tales y por ende perseguidas con un afán aniquilante. Luego de un engañoso levante, el cliente de Sussy Lobato descarga toda su furia contra ella: “¡No cojo MONSTRUITOS… no tendrías que haber nacido… no tenés ni Dios vos, CERDO!”. Pero el fuego de su antorcha no logra aniquilarla, y como si se tratara de aceptar su propio destino, Sussy Lobato asume su monstruosidad ante la poronga de su verdugo: “se lo puso en la boca, y con todas las fuerzas que le quedaban TIRONEÓ y TIRONEÓ hasta arrancarlo entero”.


Sin embargo, otras travestis no corren la misma suerte que la Lobato. Es el caso de la Nelly, que sucumbe ante la furia del pueblo. La serie de operaciones a las que sometió a su cuerpo hicieron de ella una criatura digna de ser colega del Guasón, culminando en una escena que no deja de remitir a Batman (Tim Burton, 1989): “Ya no daba más. Había roto todos los espejos de la casa, en los que se había mirado con placer en sus mejores días. Ahora odiaba mirarse. Sabía que no se podía huir de uno mismo, pero la falta del reflejo de esa asquerosa imagen le dejaba alguna chance”. La Nelly intenta resolver sus conflictos en el plano de lo imaginario pero la crueldad de su realidad, cifrada en aquellos que la miran con asco, no deja de hostigarla: “¡Qué feo que sos, puto de mierda! Menos mal que te cogen de espaldas a vos, hijo de puta…”. A la Nelly le está vedado arremeter contra sus perseguidores y sucumbe en la lucha.



LA LUNA LLENA SOBRE LA ZONA ROJA


el lobo escapa aullando

y es mordido por el mago de siam

La luna llena sobre París


LA UNIÓN

“Lobo Hombre en París”


Cae la noche. Es luna llena. Y Sabrina Duncan se convierte en licántropa. “No laburaba de travesti, solo se dejaba llevar por su necesidad femenina cuando estaba caliente como una perra y el aire fresco de los jardines de Palermo le traía a sus narinas el aroma joven de la carne pendeja”. Sabrina es sólo Sabrina cuando sale la luna y su luz de tiza la transforma: “Esa noche estaba realmente caliente. Quizás fuera la luna llena”.


La Taladro es una vampira y como tal se mueve a sus anchas en la densa oscuridad del cine porno, al igual que la narradora de “Continuadísimooooo”: “cuando voy (al cine porno) me siento como poseída por una actitud vampírica, salgo vestida de negro y a chupar sangre, en realidad son otros fluidos pero la actitud es esa, la del vampiro en busca de la yugular perfecta que deje saciada su hambre”. Licántropas y vampiras, estas travestis van detrás de sus víctimas en busca de saciar una sed animal.



LA FIESTA DEL MONSTRUO


Mira gaucho salvajón
que no pierdo la esperanza
y no es chanza
de hacerte probar que cosa
es «Tin Tin y Refalosa»


HILARIO ASCASUBI

“La refalosa”


En “El nacimiento de la literatura argentina”, Carlos Gamerro coloca en una misma serie “La cautiva” de Esteban Echeverría, “La fiesta del monstruo” de Bustos Domeq y “El niño proletario” de Osvaldo Lamborghini. Los dos primeros narran la violencia ejercida por la barbarie sobre la civilización, el último pone en su lugar las cosas, invirtiendo el sentido de la violencia, puesto que ésta fue más y mejor ejercida por la civilización sobre la barbarie (lo normal sobre lo extraño). Al igual que Lamborghini, Naty Menstrual asume en “Loca madre mata al puto” la voz del mal para narrar la violencia que ejerce la norma, la ley, la heterosexualidad por sobre la marica, el homosexual: “Si tengo un hijo puto lo agarro lo ato a la cama le corto los huevos”. El gesto es el de la amenaza, como el de Ascasubi en “La refalosa” (incluido en una serie parecida a la de Gamerro por Josefina Ludmer). Como en “El niño proletario”, la marica es devuelta a su lugar, del que nunca debió salir: “vamos a ir a cagarlo a cagar al puto que nos quiso cagar la vida plácida de familia y vamos a embolsar los soretes mezclados en una bolsa de consorcio negra y que se lo lleven los cartoneros que se lo lleven a la villa donde debió nacer no en una casa de clase media donde se lo crió con esfuerzo con ahínco para que creciera derecho para que no se torciera para que no fuera marica pero el puto tan hijo de puta salió maricón para joderme la vida”.


Esta no es la única madre de Continuadísimo que sigue los pasos de Joan Crawford en “Mamita querida” (Frank Perry, 1981). En “Huesitos de pollo” la narradora y su madre son dos hijas de puta: “Yo por haberme parido ella y ella por parirme y cagarme la vida sin darme una sola tregua”. A falta de perchas de metal, estas madres hacen uso de la injuria verbal para herir y castigar a sus hijas: “Un demonio hubiera sido mejor parir… un demonio… tenés el diablo en el cuerpo… que no te mato mirá… que te cortaría la lengua, pendejo…”.



LO IMAGINARIO Y LO REAL


Nunca conociste una mujer en tu vida, ¿no?

¿Una verdadera mujer, de esas que te cagan la vida?


COPI

“La torre de la defensa”


¿Qué es una travesti? ¿Un hombre disfrazado de mujer? ¿Una mujer en el cuerpo de un hombre? ¿Un cuerpo desobediente? Está claro que en Continuadísimo lo real y lo imaginario entran siempre en conflicto, se tensionan hasta la exasperación. Lo real sería el cuerpo masculino, marimacho. Lo imaginario sería lo femenino. “Panza: fantasía final” es el cuento donde mejor se verifica esta tensión. La travesti allí tiene una concha que aunque no exista “la sensación entre sus piernas la hacía real y placentera” (el subrayado es mío). Sin embargo, es consciente de que la realidad es otra, una realidad que “la hería de muerte sin remedio”. Pero para que ese imaginario funcione se necesita de un otro que lo consuma, que lo compre. Se trata del “hombre” (cliente, amante, lo que sea), que también está preso de su imaginario al decirse heterosexual. “Yo soy hétero” le dice a Sabrina Duncan un cliente al momento de levantarla, a lo que ella responde: “Yo soy minita… ¿o no te diste cuenta?”. Con el encuentro de las dos partes la travesti deviene mujer maravilla: un buen par de tetas y una buena poronga. Después de todo, eso es lo que busca cualquier chongo cometravesti: “Mucho pendejo con la cola caliente que evitaba sentirse marica porque arriba de esa pija que le entraba y le salía haciéndolo gozar como a un perro colgaban un buen par de tetas. Un buen par de tetas de minita imaginaban que eran”.



ALIEN


Es el día D. La invasión es un hecho. De a poco los cuerpos van siendo habitados por el bicho. En otros casos el bicho se corporifica y deviene amante protector. La Mr Ed sabe que debe tomar ciertas precauciones para no convertirse en huésped, pero esto “no era para ella. Decía que los forros le apretaban y le molestaban”. Se pueden tomar ciertas medidas (cócteles de medicamentos, semillas, etc.), pero la inminencia de la catástrofe es inevitable y la salida siempre es la muerte. Una vez en esta encrucijada hay tres formas de hacerle frente. Selva se entrega al bicho y hace de él su guardaespaldas, su macho: “Dicen que vino un hombre de madrugada… vestido de uniforme negro. Nadie sabe nada más. Ella no está, no sabemos qué pasó pero…”. Para la Angie es imposible establecer un vínculo amoroso con el bicho, sólo puede desear su aniquilamiento y el único modo de eliminarlo es eliminándose a ella misma: “viste bicho hijo de puta que no me ganaste… ahora te jodo y me mato yo primero…”. Por último, en “Pobre infeliz”, la travesti es víctima de la fatiga. El bicho en el cuerpo cansa y cuando el cuerpo ya está demasiado cansado debe mudarse, reproducirse. Poseída por el bicho, ella acata sus necesidades: “Es el bicho que me cansa… y como estoy tan cansada… se ha mudado a un nuevo cuerpo”.


Martín Villagarcía